¿Cuál es tu propuesta de valor? Así descubrí mi ikigai, mi propósito, mi propuesta de valor.

Recuerdo y recordaré toda mi vida un ejercicio de desarrollo personal que me dispuse a hacer hace años, en el que preguntaban: ¿qué sabes hacer?

Y de corazón me da vergüenza deciros lo que contesté, son cosas muy íntimas y privadas que cuestan de explicar, pero creo que los ejemplos de las historias de las personas pueden ayudar a otras personas, y así es como me dispongo a escribir cada artículo que hago, con la intención de ayudar, o poder inspirar, aunque sólo sea a una persona. Contesté: ”jugar a baloncesto”; sabía las reglas del baloncesto, había aprendido a defender, a botar bien la pelota, a tirar a canasta, etc. sentía que sabía lo que hacía en el baloncesto. Pero por más que intentaba encontrar otra respuesta no la encontraba. Recordaba que mi familia decía que se me daba bien pintar, pero tampoco estaba muy convencida. Aquel día sentí dolor y tristeza, porque no era capaz de responder otra cosa. Había estudiado una carrera de Ingeniería pero no sabía identificar si había aprendido algo o qué es lo que había aprendido en la carrera, ni tan sólo en mi trabajo.

Me gusta y me gustaba ver las charlas TED Talk, seguramente las conocéis, estas charlas se basan en storytellings en muchos casos de la experiencia de vida de las personas. Sentía gran admiración por estas personas que habían conseguido extraer una información útil de su experiencia de vida. Y yo me preguntaba… ¿si tuviera que hacer una TED Talk, qué diría? Y no me surgía nada, nada. Qué sensación de vacío llegué a sentir.

Así, entre otras circunstancias de mi vida, es como me di cuenta que había estado todos estos años con el piloto automático, sin pararme a pensar quién era yo, qué se me daba bien hacer, cuál era mi propuesta de valor a la sociedad o al mundo. Y empecé a trabajar mi autonocimiento.

De esta manera llegó a mí el libro del “Ikigai, los secretos de Japón para una vida larga y feliz” de Héctor García y Frances Miralles. Me encantó este concepto, me encantó saber que cada uno de nosotros tiene una “razón ser”, yo lo traduzco a una propuesta de valor a la sociedad o al mundo.

Sentí que tenía que probar a encontrarlo, no me iba a obsesionar, sabía que sólo el proceso de buscarlo podría enriquecerme como persona. Así que me dispuse a ello. Hacerlo no es un proceso sencillo y requiere de mucha paciencia y tiempo de exploración en una misma, pero ¿sabéis qué? Con este proceso me sentí viva, sentí que me estaba escuchando a mi misma por primera vez, sentí que me estaba queriendo haciendo lo que hacía. No pensaba en el resultado, porque tampoco estaba segura de si iba a ser capaz de encontrar mi ikigai, disfrutaba del proceso. Y sí, encontré mi ikigai, pero si te dispones a intentarlo, por favor, disfruta del proceso de autoconocimiento, de autodescubrimiento, ya con eso sentirás que te estás queriendo y te ayudará a marcar un antes y un después, sin duda para mejorar tu satisfacción y motivación en la vida.

¿Cómo fue el proceso de búsqueda de mi ikigai?

Me han pedido varias personas que describa cómo llevé a cabo este proceso por si sirve como ayuda. Así que con vergüenza pero ilusión de poder inspirar o ayudar a otras personas, describo mi proceso de realización de la dinámica del ikigai.

El ikiagi es la intersección de cuatro círculos o mandalas: (i) La mandala de lo que te gusta hacer, lo que amas. Aquello que te apasiona, que te hace estar en estado de Flow, pasando el tiempo y sintiéndote a gusto. (ii) La mandala de lo que eres bueno, tus talentos. (iii) La mandala de lo que el mundo necesita y (iv) la mandala de la recompensa.

Ikigai

Mandala de lo que amas (tus aficiones)

Así es que me propuse a empezar por la mandala de lo que me gusta hacer (i), y esto fue lo que escribí:

  • Me gusta pintar
  • Me gusta bailar
  • Me gusta escribir
  • Me gusta leer
  • Me gusta viajar
  • Me gusta limpiar
  • Me gusta hacer manualidades
  • Me gusta encontrar soluciones a los retos
  • Me gusta pensar en grande
  • Me gusta cuestionarme el statu quo
  • Me gusta inspirar a mis hij@s, y en general a las personas, a ser lo mejor de ellas mismas.

Este listado lo fui escribiendo tal cual lo iba sintiendo, sin pensar qué significado tenía lo que escribía. Puede ocurrir que te cueste identificar lo que te gusta hacer, si es así piensa en lo que te hace sentir bien cuando lo haces, sea lo que sea, escribe lo que te viene a la cabeza. También puedes pensar en lo que te gustaba hacer cuando eras niña o niño. A mí por ejemplo me encantaba jugar a ser profesora, me encantaba pintar y me sentía orgullosa de mi siendo valiente.

Mandala de en lo que eres buena (tus talentos)

Luego procedí con la mandala de en lo que eres bueno/a (ii). Aquí sentí tanto vergüenza por tener que pensar en qué era buena, como desconocimiento, por no saber identificar en qué era buena. Ojalá me equivoque cuando pienso que muchas personas pueden encontrarse en esta circunstancia. El modelo educativo hasta la actualidad, en lugar de hacernos sentir como seres únicos, cada uno con sus talentos, nos ha llevado a compararnos unos a otros, todos medidos por la nota que sacamos en las diferentes asignaturas del colegio.

En mi caso particular incluso había realizado varios test de habilidades en los entornos de trabajo, tests que me encantaba analizar, pero cuando tenía que escribir en qué era buena realizando la mandala del ikigai, no era suficiente.

Esto me llevó a crear la dinámica de talentos de KitCo. Un test que me permitía conectar con mi interior reflexionando con una perspectiva completa tanto del hemisferio derecho (la intuición y la emoción) como del hemisferio izquierdo (la lógica y la razón). Un test que me permitía reflexionar con información, no sólo de mi propia autoevaluación, si no de la evaluación de cómo perciben los talentos en mí las diferentes personas de mis diferentes entornos, familia, amigos, trabajo.

Este test me permitió descubrir mis talentos, aquellos que, visualizándome desarrollando, siento satisfacción: comunicadora, inspiradora, creativa, emprendedora, artística y me gusta aprender.

Así que por fin puede escribir en qué era buena:

  • Comunicando.
  • Inspirando a las personas a sacar lo mejor de si mismas.
  • Desarrollando ideas para hacer las cosas mejor.
  • Llevando a cabo iniciativas que implican cierto grado de riesgo por salir de la zona de confort.
  • Diseñando tanto haciendo dibujos, material gráfico o audiovisual, como bisutería, etc.
  • Aprendiendo de forma continua, tanto con todo lo que me ocurre en mi vida, como de forma proactiva, adquiriendo nuevos conocimientos, lo que llamo el life long learning.

Mandala de lo que el mundo necesita (tus valores) y los ODS, los objetivos de desarrollo sostenible.

Yo siempre había sentido que el mundo necesitaba evolucionar la educación para poder crear un mundo mejor, aunque nunca habría imaginado que pudiera hacer algo al respecto. Cuando me dispuse a escribir esta mandala sentí que mi corazón latía fuertemente. Uff estaba ilusionada por la posibilidad de empezar una nueva realidad en mi vida, no sabía cómo, pero al menos lo estaba escribiendo para reflexionar sobre ello, ya era un gran paso.

Consideré que era necesario analizar con cuáles de los objetivos de desarrollo sostenible, establecidos por la ONU como necesidades mundiales, me sentía identificada.

En concreto hay 17 objetivos de desarrollo sostenible aprobados por la ONU:  1. Erradicación de la pobreza, 2. Lucha contra el hambre, 3. Buena salud, 4. Educación de calidad, 5. Igualdad de género, 6. Agua potable y saneamiento, 7. Energía renovable, 8. Empleo Digno y crecimiento económico, 9. Innovación e infraestructuras, 10. Reducción de la desigualdad, 11. Ciudades y comunidades sostenibles, 12. Consumo responsable, 13. Lucha contra el cambio climático, 14. Flora y fauna acuáticas, 15. Flora y Fauna terrestres, 16. Paz y justicia, 17. Alianzas para el logro de objetivos.

En mi caso claramente me hacían vibrar el corazón con más fuerza los objetivos: 4. Educación de calidad y 16. Paz y justicia.

Así mismo, consideré que era necesario relacionar mis valores con las necesidades del mundo con las que me acababa de identificar. Los valores son nuestra guía, aquello que nos lleva a tomar decisiones en coherencia con nosotros/as mismos/as. Tras la realizar la dinámica de valores, tomé consciencia de que los valores que, teniendo presente en mi vida, me hacían sentir coherente conmigo misma eran: confianza, optimismo, sabiduría, autoestima, empatía, generosidad y libertad.

Relacionando mis valores con los objetivos de desarrollo sostenible (lo que el mundo necesita) me surgió este relato: confío que un mundo mejor es posible (valor: confianza), siempre digo que hay que creerlo para crearlo (valor: optimismo), sé que puedo aportar mi granito de arena (valor: autoestima) luchando por un cambio en el modelo educativo (ODS. 4. Educación de calidad) y aunque yo sienta la felicidad, quiero ayudar a las personas a encontrar la felicidad en su interior (valor: empatía) porque sólo así, un mundo de paz será posible (ODS, 16. Paz y justicia). Así que haré todo lo posible (valor: generosidad) para conseguirlo, porque soy libre de hacerlo (valor: libertad) y es lo que realmente quiero.

Cuando miras en tu interior y eres capaz de analizar con qué necesidad del mundo te sientes identificado/a empiezas a encontrar un nuevo sentido a tu vida, un sentido lleno de esperanza y motivación.

Mandala (iv) por lo que te pueden pagar o recompensar (demanda del mercado)

Normalmente el concepto del ikigai considera esta mandala por lo que te pueden pagar. Yo lo quise abrir hacia por lo que te pueden recompensar. No siempre tiene por qué ser una recompensa económica, puede haber otro tipo de recompensas que sean el motor de nuestras acciones para llevar a cabo nuestro ikigai.

En mi caso, sin saber en ese momento qué escribir en por qué me podían pagar, escribí mis recompensas :

  • Ayuda a las personas a creer en si mismas y encontrar su propuesta de valor.
  • Ayudar a los padres a acompañar de forma más efectiva a sus hijos en la adolescencia.
  • Transmitir mensajes a la sociedad, mensajes que lleguen e inspiren.
  • Ayudar a gestionar las emociones para mejorar la salud mental de las personas y las relaciones interpersonales.

Necesitaba entender mejor este punto, pero decidí proseguir con la relación entre las diferentes mandalas para ver qué confluía en ellas.

Relacionando la mandala (i) lo que amas (tus aficiones) con la mandala (ii) en lo que eres bueno (tus talentos).

La confluencia entre lo que amas y en lo que eres bueno son tus pasiones.

Pasiones

Para identificar nuestras pasiones debemos prestar atención al estado de Flow, ese momento en el que el tiempo pasa y sientes que estás haciendo algo que te gusta y se te da bien.

Yo siento estado de Flow haciendo las cosas que me gustan hacer que he indicado en la primera mandala.

Ahora toca relacionar lo que te hace sentir en estado de Flow, puede que sea todo lo que amas o te gusta hacer, como es mi caso, con los talentos.

En mi caso esta relación se da de la siguiente manera: escribir tiene que ver con mi talento de comunicadora; hacer manualidades, pintar y diseñar tiene que ver con mis talentos de creativa y artística; viajar y leer tiene que ver con mi talento me gusta aprender; limpiar tiene que ver con el talento artística; encontrar soluciones a los retos, desarrollar estrategias, pensar en grande y cuestionarme el status quo, tiene que ver con mis talentos de creativa y emprendedora; y querer inspirar a mis hijos a ser lo mejor de ellos mismos, así como a las personas de mi alrededor, tiene que ver con mi talento de inspiradora.

Relacionando la mandala (ii) en lo que eres bueno (tus talentos) con la mandala (iv) lo que te pueden pagar o recompensar (demanda del mercado).

La confluencia entre lo que eres bueno (tus talentos) y por lo que te pueden pagar o recompensar (demanda del mercado) sería tu profesión.

En este punto es ideal conocer la profesión que te gusta en la que puedas desarrollar tus talentos. De manera que analicé en qué profesiones desarrollaría mis talentos, y así creé la dinámica de “descubre tu profesión” con KitCo. Del resultado del análisis de profesiones vs talentos, surgieron estas posibilidades: profesora, educadora, emprendedora, mediadora, coach, psicóloga, periodista, escritora, especialista en marketing o ventas, publicista, directora creativa o directora de arte, etc.

Relacionando la mandala (i) lo que amas (tus aficiones) con la mandala (iii) lo que el mundo necesita (tus valores y ODS).

La confluencia entre lo que amas (tus aficiones) y lo que el mundo necesita (tus valores) sería tu misión.

Es el lugar en el que, conectando lo que te gusta hacer con lo que el mundo necesita, te sientes profundamente útil.

Me gusta cuestionar el statu quo y pensar en grande, lo que me lleva a pensar que una mejor educación en el mundo es posible; me gusta leer y viajar, lo que me lleva a aprender para poder aportar valor; me gusta encontrar soluciones a los retos y desarrollar estrategias, lo que me lleva a planificar cómo puedo hacer para aportar valor; me gusta inspirar a mis hijos, lo que me conecta con los niños del mundo y con la esperanza de una mejor educación para ellos, para construir un mundo mejor; me gusta pintar, hacer manualidades y diseñar, lo que me lleva a poder crear y generar contenido para aportar valor en el ámbito educativo, etc.

Relacionando la mandala (iii) lo que el mundo necesita (tus valores y ODS) con la mandala (iv) por lo que te pueden recompensar (demanda del mercado).

La confluencia entre lo que el mundo necesita con lo que te pueden recompensar sería tu vocación.

En mi caso, relacionando por lo que me pueden recompensar con lo que el mundo necesita, puedo identificar que mi vocación es la educación.

Construyendo mi ikgai, la relación entre todas las mandalas, mi propuesta de valor, mi propósito en la vida.

Finalmente analizando y conectando toda esta información surgió mi ikigai, mi propósito, mi propuesta de valor:

“Aprendizaje continuo del ser en materia de crecimiento personal e inteligencia emocional, y llevar mi aprendizaje a acciones que puedan inspirar a otras personas a descubrirse a si mismas y tomar decisiones que mejoren la satisfacción de su vida encontrando la felicidad en su interior.”

Una vez descubrí mi ikigai, empecé a planificar un plan de acción. Siendo mi sueño poder dedicarme a ello y, por lo tanto, necesariamente ingresar dinero para poder vivir.  En el plan de acción se contempla compaginar otras actividades para generar ingresos mientras voy creciendo y desarrollando de forma más intensa y profunda este ikigai. Desde el primer momento que empecé a desarrollar mi ikigai entendí el gran sentido de mi vida, además de cuidar y acompañar a mis hijos, claro. Desde el primer momento que empecé a desarrollar mi ikigai mi corazón empezó a vibrar y empecé a sentir que verdaderamente estaba aportando valor a la sociedad para un mundo mejor.

Este proceso no es sencillo, pero la recompensa es sentirte vivo y en coherencia. Con este proceso empecé a identificar en qué era buena en el trabajo, en qué era buena en mi vida en general, y con ello identifiqué qué sabía hacer, qué había aprendido a hacer. Y ahora estaba mucho más preparada para responder a la pregunta ¿qué sabes hacer? Ahora me salían respuestas como: sé comunicar con asertividad, sé detectar las necesidades de las personas, sé encontrar los recursos para encontrar soluciones a los problemas, sé pensar en grande para mejorar las situaciones, sé escribir y diseñar la estética de los documentos para que los mensajes lleguen a las personas, etc.

Así mismo, tomar consciencia de mis valores me permitió identificar en qué lugares o con qué trabajos me sentía bien o con qué otros trabajos no me sentía en coherencia, para poder tomar acción.

Y este trabajo de autonococimiento y desarrollo personal me llevó a encontrar mi propuesta de valor a la sociedad y al mundo. Una propuesta de valor que me llevó a lo que yo llamaba “reinventarme” aunque en realidad como dice Steve Jobs simplemente he conectado los puntos de mi vida.

Estudié Ingeniería Química, mi primer trabajo fue como Ingeniera en una empresa de Ingeniería española que cotiza en la bolsa. Durante los primeros años allí aprendí a trabajar en equipo, a buscar recursos para encontrar soluciones a las necesidades de los clientes, a optimizar estos recursos para hacer rentables los proyectos, etc. Más tarde, en esta misma empresa, como responsable de promociones de energía renovable, aprendí a analizar inversiones y a comercializar productos y servicios, etc.  Posteriormente, como directora comercial en una empresa multinacional del mundo de la energía aprendí, a poner en valor los servicios de eficiencia energética en el mercado; y como directora de canal de partners en una multinacional del sector industrial aprendí a cooperar y realizar alianzas de estrategias de crecimiento.

Toda una trayectoria de aprendizaje que gracias, a un proceso de autoconocimiento, he podido poner en valor y conectar los puntos de mi vida. Es por ello que mi propósito es aportar cuanto pueda de mí para que cada persona pueda encontrar, si quiere, su propuesta de valor a la sociedad o al mundo, como seres únicos que todos somos.

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